A pocos menesteres dedican los humanos tanto tiempo como a la infelicidad. Si un creador maligno nos hubiese colocado en la tierra para el fin exclusivo de sufrir, podríamos felicitarnos por nuestra respuesta entusiasta a esta meta. Abundan las razones para sentirnos desconsolados: la fragilidad de nuestros cuerpos, la inconstancia del amor, la insinceridad de la vida social, las componendas de la amistad, los efectos reprimentes de la rutina. Enfrentados a estos males persistentes, lo lógico sería pensar que el evento más esperado y deseado de nuestra vida fuese el momento de nuestra extinción.
Alain de Botton.
FATHER'S SON
Hace 12 años
1 comentario:
Marcel Proust, demasiado profundo para mi...
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