La madre moribunda llamó a Vasalisa y la niña se arrodilló al lado de ella con sus botas rojas y su delantalito blanco.
-Toma esta muñeca, amor mío- dijo la madre en un susurro, sacando de la colcha de lana una muñequita que, como la propia Vasalisa, llevaba unas botas rojas, un delantal blanco, una falda negra y un chaleco bordado con hilos de colores.
-Presta atención a mis últimas palabras, querida- dijo la madre. -Si alguna vez te extraviaras o necesitaras ayuda, pregúntale a esta muñeca lo que tienes que hacer. Recibirás ayuda. Guarda siempre la muñeca. No le hables a nadie de ella. Dale de comer cuando esté hambrienta. Esta es mi promesa de madre y mi bendición, querida hija.
4 comentarios:
Y estreno los comentarios en tu nuevo blog!!!
Te lo inventaste tú? o es algo tradicional???
bienvenida de nuevo
^^
Aún no sé crear cuentos Emilio... ;)
Algún día quizás
Hola Montse!! Felicidades por tu nuevo blog. Gran comienzo con este pequeño y gran cuento, me ha encantado!!
UN BESAZO GUAPA!!
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