lunes, 5 de enero de 2009

Vasalisa

Había una vez y no había una vez una joven madre que yacía en su lecho de muerte con el rostro tan pálido como las blancas rosas de cera de la sacristía de la cercana iglesia. Su hijita y su marido permanecían sentados a los pies de la vieja cama de madera, rezando para que Dios la condujera sana y salva al otro mundo.
La madre moribunda llamó a Vasalisa y la niña se arrodilló al lado de ella con sus botas rojas y su delantalito blanco.

-Toma esta muñeca, amor mío- dijo la madre en un susurro, sacando de la colcha de lana una muñequita que, como la propia Vasalisa, llevaba unas botas rojas, un delantal blanco, una falda negra y un chaleco bordado con hilos de colores.

-Presta atención a mis últimas palabras, querida- dijo la madre. -Si alguna vez te extraviaras o necesitaras ayuda, pregúntale a esta muñeca lo que tienes que hacer. Recibirás ayuda. Guarda siempre la muñeca. No le hables a nadie de ella. Dale de comer cuando esté hambrienta. Esta es mi promesa de madre y mi bendición, querida hija.


4 comentarios:

EMiLiO dijo...

Y estreno los comentarios en tu nuevo blog!!!

Te lo inventaste tú? o es algo tradicional???

oskar dijo...

bienvenida de nuevo

^^

txeta dijo...

Aún no sé crear cuentos Emilio... ;)
Algún día quizás

EVA dijo...

Hola Montse!! Felicidades por tu nuevo blog. Gran comienzo con este pequeño y gran cuento, me ha encantado!!

UN BESAZO GUAPA!!